Patrocinio, lejos del marketing, más cerca de la gente
Ahora que una de esas estrellas que tanto han brillado en la NBA, Lamar Odom, llega a Vitoria-Gasteiz, y con tanto revuelo generado alrededor de su llegada, y menos en su desarrollo diario como era de esperar, es un momento oportuno para repensar el tema del patrocinio, mecenazgo y esas cosas. Esas acciones que por un lado suponen un ingreso atípico en la capacidad financiera de las entidades y organizaciones que lo reciben y por el otro un apoyo cualitativo en forma de visibilidad y proyección de las marcas que interactúan conjuntamente. Y es que aquí también los tiempos cambian y de qué manera.
Tienes un billete de 5 euros en el bolsillo, debes elegir entre comprar pan, huevos, algo de verdura para cenar en casa, o bien invitar a un/a conocid= un café con un pintxo de tortilla o bien comprarte un lápiz porque se te ha acabado el que ya tenías y tienes que acabar el informe para dentro de 1 hora. El caso es que tienes que elegir a qué destinar ese recurso escaso: necesidad por un lado, detalle por otro, urgencia por otro… Si además de distribuir esos 5 euros entre diferentes posibilidades tienes, por si acaso, que dejar algo por lo que pueda pasar, el tema se complica.
Con esto de la crisis implantado en todos los niveles, tanto de consumo personal como empresarial, el recurso, escaso más que nunca, se ha destinado a lo esencial. Y con toda probabilidad, muchos de esos patrocinios en sus diferentes versiones han caído hasta prácticamente su desaparición. ¿Qué he hecho yo? puede suplicar el beneficiario… ¿qué he de hacer yo? reflexiona el patrocinador.
En épocas de «supuesta abundancia», el patrocinio ha sido todo un afortunado, en especial el patrocinado. Se han movido cantidades económicas con facilidad, bajo un supuesto beneficio cualitativo cuando en realidad era meramente un beneficio medido en términos cuantitativos. Salvo algunas excepciones, vender calidad bajo criterios económicos ha sido valorado desde una óptica «alejada» a la eficacia y eficiencia de la acción y sí como una «pequeña recompensa» en términos de imagen. Ahora a toro pasado, es fácil opinar de ello pero en realidad, si la inversión hubiera merecido realmente la pena tanto económica como en términos de valores cualitativos, esta inversión se hubiera mantenido, quizá no al mismo nivel, pero no está siendo así. El deporte lo está sufriendo especialmente, flotando en un mar donde antes se nadaba en la abundancia y en las supuestas excelentes gestiones. La cultura, también. Desgraciadamente.
Entendamos el patrocinio como un intercambio de valores y comportamientos: tú me das visibilidad y a cambio yo pago una cantidad de dinero por ello. En realidad, no se diferencia mucho de la publicidad tradicional: me das segundos de televisión, módulos de prensa o segundos de radio a cambio de dinero. A más visibilidad, entendida como repetición y repetición y repetición, más valor económico. Objetivamente, es simple recuerdo y recuerdo, recuerdo de un nombre de una marca y nada más. Simplificándolo mucho es como gritar a cada paso que das para ver si «alguien te está escuchando«. ¿Seguro que esto ha sido interesante para muchas marcas? ¿Hoy lo sigue siendo? Me temo que no.
Estoy cada día más convencido de que este tipo de acciones desde la comunicación y el marketing, así como en otros ámbitos, deberían tener claro una idea: cuando se acabe la relación, ¿qué queda de todo ello? Cuando acabo un proyecto, me gustaría no solamente encontrar una solución a la necesidad sino sobre todo poder inocular una manera de hacer, una metodología de trabajo y sobre todo una actitud abierta y positiva no tanto hacia el resultado final como al proceso conjunto de trabajo que nos ha llevado. Y que ese camino permita seguir caminando en la dirección creada y en las formas empleadas. Mirándolo de este lado, entiendo que hoy muchísimos patrocinios se estructuran únicamente en la visibilidad y no tanto en la construcción conjunta de actitudes y comportamientos, de forma que vaya más hacia el campo de generar más valor añadido y no tanto, mero relleno de centímetros cuadrados.
Dos marcas se unen por varios motivos:
- porque comparten determinados significados que refuerzan su posicionamiento en el mercado
- porque una de ellas accede a un mercado que por sus características de cualquier tipo (geográfico, sociodemográfico, servicios añadidos, etc) le interesa para seguir desarrollándose o
para entrar en dicho espacio - porque de la simbiosis de ambas marcas pueden surgir nuevas oportunidades que individualmente no sean capaces de lograr
- porque comparten y les unen un mismo tipo de perfil de público al cual quieren llegar ganando cuota de cliente.
- …
En un patrocinio, es importante definir muy bien cuáles de estos motivos son los que nos unen y qué proyecto conjunto se construye para lograr los objetivos planteados. Está claro que en este sentido, hablamos de un patrocinio con alto valor cualitatitvo mucho más allá que meramente cuantitativo. Si entendemos un patrocinio únicamente desde el aspecto cuantitativo posiblemente nunca se entenderán estos motivos que unen a las marcas.
BBVA tiene en su mirada internacional y global una de sus características esenciales como proyecto corporativo. No es casualidad que la NBA represente el MEJOR compañero de viaje posible, por su trascendencia global y por su total implantación norteamericana. Posiblemente TURKISH AIRLINES quiera conectar su proyecto hacia un entorno más occidental y europeo, pero sobre todo global. Unirse a la EUROLIGA le permite acceder a este campo europeo pero sobre todo a una marca con una clara vocación global, de ahí su posterior unión con Messi y Bryant. No hace falta irnos tan lejos, a nivel local también suceden cosas. Iván Fernández, atleta vitoriano y su relación con organizaciones locales para unir proyectos comunes y mi cercana K35 con su relación con Alex Txikón y sus proyectos #nosgustanlosretos
Posiblemente estemos viviendo también un replanteamiento de los patrocinios, un replanteamiento en el que quizá lo importante no sea tanto la «mancha» sino la capacidad de crear juntos actividades, acciones, desarrollos que comuniquen en sí mismo. Acciones que logren eso de que «… las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas…» como dijo Woody Allen. Construir juntos y ser partícipes de ese éxito. Y no tanto el pensar quién sale el 1º en la foto, el «empujarse» el uno al otro por el «minuto de gloria», etc.
Quizá debamos alejarnos de temas meramente económicos, de manchas, vallas y publicidad. Quizá debamos tomarnos más en serio que no es simplemente un beneficio fiscal y sí más un beneficio corporativo y un beneficio social. Comportamientos, actitudes, valores, acciones conjuntas, co-branding… deberían de ser las palabras que debamos emplear más cuando nos refiramos al «nuevo patrocinio». Quizá debamos dejar de hablar de marketing en el patrocinio y hacerlo en su lugar del beneficio en y para las personas, donde uno más uno no son dos, es más.
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La foto de inicio es de Flickr, de Jimmy Alvarez
8 commentarios
Kepa · 05/03/2014 a las 11:36
Buena reflexión Juanjo, muy interesante!!!
Christina · 05/03/2014 a las 11:47
Aupa Juanjo!
Acertado todo, gracias. Y lo que escribes me reafirma en pensar que la campaña del Diario de Noticias de Alava con el IMVG lo está haciendo francamente bien. Con su eslogan de «eres lo que lees» y sus variantes «somos color», y «ciudad de valores» con un «somos» para cada mes han logrado unir sus valores positivos con los del IMVG y trasladarlos a sus lectores de una manera cercana y emocional. Dice: «si eres lector del DNA estás en el club de los Vitorianos que estamos orgullosos de de serlo, y además con unos valores universales que no están reñidos con la modernidad, la creatividad, el color!» Han cogido el «Vitoria gris» y le han dado la vuelta.
Para el IMVG este planteamiento es perfecto, porque expresa lo que hay detrás de cada mural colectivo ciudadano.
Ahora nos toca ser aun más «creativos» con estos malos tiempos económicos! A ver qué se nos ocurre!
Abrazos
Christina
Juanjo Brizuela · 06/03/2014 a las 07:54
@Kepa: gracias amigo ;-D
Juanjo Brizuela · 06/03/2014 a las 07:56
@Chris: me alegro mucho de que la relación que estáis teniendo funcione en esta línea. De todas formas, espero que siga así. Me parece muy importante que, como comento en el post, cuando la «relación» acabe (y espero que nunca sea, o al menos lo más tarde posible) tiene que quedar «algo importante» en cada uno para que la organización y la marca sea un poco mejor y más relevante.
Besos
carlos · 06/03/2014 a las 11:22
«Chapeau», me quito el sombrero Sr. Brizuela.
Julen · 11/03/2014 a las 09:23
Para mí la mayor parte de los patrocinios son una simple operación de «cuánto consigo ganar con la publicidad que voy a conseguir». Por supuesto que los habrá con más orientación estratégica, pero la mayor parte van a ser un simple juego de maximizar el retorno de la inversión.
Vale, momento pesimista del día 😉
Juanjo Brizuela · 11/03/2014 a las 13:47
@Carlos: amigo, que eres un amigo 😉
Juanjo Brizuela · 11/03/2014 a las 13:49
@Julen: quizá por eso Julen es por lo que el tema del patrocinio no está funcionando como tiene que ser, ni para el patrocinado, ni para el patrocinador ni para la gente que está a su alrededor.
Poca (o nula) orientación estratégica y demasiada visibilidad que únicamente provoca ruido y confusión.
Momento «optimista–bien–informado» que es como decir, soy pesimista también