Maneras de vivir

Publicado por Juanjo Brizuela en

2684159334_978cecb73b_oJamás en mi vida, media hora se había convertido en un momento tan interminable. Quizá cuando nacieron mis hijos, aunque en esta ocasión fue más por las ganas de tenerlos en brazos cuanto antes. Estar sin cobertura y sin datos en mi móvil durante apenas media hora por haber cambiado de terminal y pedir duplicada mi tarjeta SIM, me puso de nuevo en la vida real, los sudores fríos y dudosos se instalaron en mi cuerpo de inmediato y me obligó fruto del pánico a pensar en qué tipo de vida personal y profesional estamos viviendo hoy en día. Estar «conectado», o desconectado según cómo se mire, resulta hoy casi un imprescindible y aunque no lo queramos está condicionando nuestras vidas. Y de qué manera.

En noviembre del 2011 me robaron el portátil y mastiqué esta misma situación pero no con la misma virulencia que la semana pasada. En aquel momento fue una situación totalmente profesional. Con mi portátil se llevaron muchas reflexiones e ideas en forma de presentaciones, documentos, fotos y videos. Me «salvó», por decir algo, que algunas otras cosas como los mails, los contactos y algunos archivos estaban ya guardados en un sitio que alguien denominó «nube». Así que desde la rabia, miré al cielo, encontré la mía y poco a poco fui recuperando la memoria en forma de archivos. En aquel momento decidí que a partir de ese momento, mi forma de trabajar y en algunos casos, ciertos recuerdos y archivos personales estarían también ubicados en alguna de esas nubes para poder acceder desde cualquier parte desde cualquier dispositivo.

Gmail, iCloud, WordPress, Amazon, Kindle, Mindmeister, Mailchimp, Doodle, Delicious, Evernote, Wikispaces, Twitter, Facebook, Linkedin, Google +, Vimeo, Youtube, Tumblr, Instagram, Perpetuall, Feedly, Flipboard, Pocket, Hootsuite, Skype, Google Drive, Pinterest, Whatsapp, Dropbox, Facile Things, InVision, Slack… y seguro que me dejo alguna. Todas estas son mis herramientas de trabajo en la nube, a las que puedes acceder en cualquier momento desde cualquier lugar y en cualquier dispositivo para poder trabajar y diría que casi para relacionarnos entre personas y profesionales con «proyectos» como medio de conexión.

Miro esta lista y me asusto porque la dependencia es tal que empieza a convertirse en una especie de nuevos brazos y nuevos dedos con los que «manipular» nuestro conocimiento y así quedarnos tranquilos de que en algún lugar y en algún momento podré acceder a él para recuperarlo o de nuevo para poder manipularlo. (¿seguro?) Pienso además en todas las cosas que hago cada día y en todas ellas está alguna o algunas de esas herramientas de trabajo. Porque ¿son herramientas, verdad? ¿o son más que herramientas?

He leído recientemente un fantástico libro, recomendado por mi amigo Carlos Magro, «Knowmad society» que además de ser muy interesante, es muy revelador y muy inspirador sobre la forma en la que trabajamos hoy y, además, sobre cómo esto afecta al mundo educativo. La primera vez que oí el término Knowmad fue a José Miguel Bolívar, que se autodefine como «knowmad» y que dentro de su extraordinaria manera de comprender al «trabajador/a del conocimiento» y la efectividad personal/profesional encaja a la perfección bajo la filosofía GTD (Get Things Done), este término knowmad no tiene tanto que ver con la herramienta como con cómo comprendemos el trabajo de hoy. Es un nuevo hecho cultural.

Lo más «duro» de todo ello (profundizaré sobre este término con la excusa del libro) es que en realidad de lo que somos dependientes es de «estar conectados a la red». En esa fatídica media hora estaba desconectado de mi conocimiento, de mis proyectos, de mi pasado, de mi presente y de mi futuro. La vida real, ésa de hablar en la calle de persona a persona, esa vida en la que nos acompañaba un cuaderno y un lápiz (que sigo usando y cada día más) volvía a recordarme que lejos de todas estas «ventajas» que nos ofrece la conectividad «profesional», nunca dejemos de trabajar en la «otra y real conectividad» de antaño. También es verdad que podemos perder un cuaderno (que me ha pasado) o que te lo roben, pero creo que la indefensión que tenemos hoy cuando la conexión no existe es realmente para reflexionar.

Conste que hay ventajas. Reuniones efectivas que las haces por Skype con cualquier parte del mundo (que me está tocando en la actualidad), archivos compartidos y en red que se actualizan a cada instante, un mensaje que sale y una respuesta que llega. Creo que ganamos en rapidez. Lo que no sé es si la rapidez es o debe ser una característica de esta vida que nos está tocando vivir y aprender con ella.

Me surgieron preguntas como «¿ya tenemos tiempo para estar con nosotros mismos?»… porque siempre hay un bip que suena en el móvil, un pantallita que te aparece en el portátil o una notificación en un documento. Otra fue «¿dónde y cómo queda lo que sé si cada día, o mejor dicho, varias veces al día actualizo reflexiones, comparto artículos y envío documentos?», «¿realmente interpretamos todo lo que creemos saber y que leemos cada día?».

«El aprendizaje no está limitado por la falta de información sino por la capacidad de convertirla en conocimiento» (Julio Carabaña)

«Aprender hoy es ser capaces de buscar, recopilar y filtrar los datos, ser capaces de trabajar colaborativamente para sacarles el mejor provecho, ser capaces de compartirlos y comunicarlos» (Lafuente, Alonso, Rodriguez; Todos Sabios)

[entresacados del Slideshare de Carlos Magro]

Con muchos proyectos, con algunos clientes, trato de inculcar una forma de trabajar más abierta y más compartida y compartible. Además de las ventajas de que el flujo de información circule, sobre todo, nos acostumbramos a tratar de modificar las conductas de trabajo y de los proyectos, vivirlos más intensamente y que más que un mero feedback se convierta todo en un intercambio continuo y en una mayor fluidez de conocimientos, ideas, opiniones y personas.

Me pregunto si todo esto lo podríamos hacer sin móvil, sin tablet, sin portátil, sin pizarras táctiles, sin redes sociales y sin conexión a internet. Me pregunto si acaso hay algo en nuestras relaciones que no hemos hecho bien. Como dice Carlos: «Necesitamos aprender a aprender». Quizá lo que necesitemos es re-aprender. Perdón por la reflexión.

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La foto de inicio es de Flickr, de Tu Fragilidad


4 commentarios

Luis · 19/05/2016 a las 09:50

Yo pienso siempre, sobre este asunto, en términos de adicción. Me cuesta pensar que no seamos capaces de trabajar como lo hacíamos en los noventa.
Las ventajas de las nuevas tecnologías son muy claras, pero y los contras? Dependencia exagerada.

Juanjo Brizuela · 21/05/2016 a las 10:53

@Luis: Gracias por leer el post.
Quería precisamente mantener el equilibrio quizá no tanto de lo negativo sino sobre todo de que hemos, estamos perdiendo, algo que nos define como humanos. Pero sobre todo la capacidad de reflexión y acción que hemos de hacer. Nos vamos hacia lo inmediato y la rapidez sin saber si es realmente lo que queremos y necesitamos.
Gracias de nuevo

Julen · 21/05/2016 a las 15:42

Yo creo que, en el fondo, si no tuviéramos móvil no pasaría nada. Sencillamente nos adaptaríamos a esta nueva circunstancia. Cuesta verlo, pero así es la vida. Nos vamos amoldando a lo que llega 🙂
Disfruta.

Juanma · 21/05/2016 a las 23:04

Buena reflexión Juanjo!

Decir que me siento identificado es una obviedad. La dependencia al móvil es bastante común y más en quienes trabajamos como nosotros lo hacemos. Un par de ideas para el debate.

No me siento identificado con el término Knowmad. Creo que lo entiendo y se me podría incluir en el mismo; sin embargo yo sigo diciendo que soy autónomo. De hecho, la semana pasada en una conferencia en Madrid pedí que me presentasen como autónomo.
Tal vez sea un poco «vinagres», pero me parece que emplear el término Knowmad es un intento de diferenciarnos de otros profesionales que están en la misma situación que nosotros, pero que trabajan con la misma motivación (o necesidad), sacar su vida adelante por sí mismos. Me gusta pensar que soy como un fontanero/mecánico/electricista que trabaja con otras herramientas y ofrezco otros servicios, pero en lo fundamental somos lo mismo. Sigo siendo fan del término «artesano», con las condiciones de inestabilidad que ello implica.

Respecto a la dependencia tecnológica. Creo que es inevitable cuando todo el mundo avanza con ella y nuestras herramientas de las que hablaba antes, son precisamente esas. No podemos quedarnos por detrás de nuestros clientes ni de los públicos a quienes se dirigen nuestros trabajos. Eso nos obliga a estar al día de estas tecnologías, y para estar al día hay que emplearlas de continuo. Al igual que el electricista debe estar al día de las novedades en las herramientas de su profesión, nosotros debemos estarlo en las nuestras.

Y del conocimiento. Es que ese es precisamente nuestro valor, no? Nuestra forma de generar conocimiento a partir de información a la que todo el mundo tiene acceso. Esa forma de interpretar la información y generar conocimiento/valor viene condicionada por nuestro capital intelectual (formación) y nuestra forma de ver las cosas. Precisamente ese es nuestro valor diferencial. Nuestra forma de interpretar configura nuestra marca personal. Aunque de esto tú sabes muchísimo más que yo.

Enhorabuena por el post!

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