Color albiazul
Son las emociones las que nos mueven a actuar. Son esos momentos en los que se nos pone la piel de gallina los que nos hacen sentirnos de manera especial. Son esas milésimas de segundo en forma de mariposas en el estómago las que nos hacen emocionarnos de una manera tan intensa difícil de explicar en muchas ocasiones. Sea cual sea el impulso que recibamos, lo cierto es que emocionarte es posiblemente algo que nos defina e identifica como seres humanos y nos hace precisamente ser humanos. Quien no tiene sentimientos, dicen, no es persona.
Fijaos que hay hasta una pequeña ciencia que se refiere a la «psicología del color«, principalmente orientada al mundo estético y artístico. Nos dicen que cada color nos produce determinadas sensaciones que unidas a la intencionalidad en su emisión, hace que sintamos algo realmente especial. Nos dicen además que nos inducen a determinados comportamientos y actitudes. Une emoción y razón, pero sin duda con un marcado carácter emocional. Además cada color, en circunstancias diferentes, nos dota también de significación a lo que hacemos, dota de significado a nuestra manera de comportarnos, sintiendo además con ello predilección por él o por otro. Rojo en Pamplona significa fiesta y orgullo de pertenencia. En una flor significa pasión y deseo. En un semáforo, atención y reacción inmediata. En un coche, deportividad. En una pieza publicitaria, punto de atención.
Satur, mi padre, me enseñó que el azul y el blanco era mucho más que un precioso cielo despejado con alguna que otra nube arriba. Algo muy típico de Vitoria-Gasteiz, especialmente lo de la nube arriba (sic!). El azul y blanco simbolizaba entonces un domingo a las 5 de la tarde, acompañándole a ver un equipo de fútbol, a un estadio hacia el cual nos acercábamos andando, él contándome sus cosas y principalmente yo, aprendiendo a preguntarle sobre la vida, sobre mi vida, y aprendiendo a conversar. Me llevaba a Mendizorrotza, a ver fútbol, al Deportivo Alavés, que en aquellos tiempos, hablo de finales de la década de los 70 y principios de los 80, estaba siempre en 2ª división, mirando hacia arriba cada temporada y tocando a veces la realidad de los puestos medios y bajos de la misma. No importaba el resultado, al menos para mí, pero lo que sí me pasaba es que aquel azul y blanco, cada vez que era portado por un jugador en su entrada al césped, me empezaba a enseñar que los pelos de punta era una sensación entre placentera, emocionante y deseo de correr ahí abajo con ellos. Cuando no era un domingo, era el siguiente, en casa con Angelines, mi madre, que subía el volumen de la radio para saber qué nos depararía el Alavés en otro partido, esta vez fuera de Vitoria-Gasteiz.
Me veo sinceramente incapaz de superar la lección de Angelines y Satur, con mis hijos Lucía y Martín. Pero sí creo que deben vivir y sentir «algo» especial cada vez que vean un azul y blanco mezclados y compartidos. Es probable que rían, que lloren, que callen o que simplemente digan «me gusta el azul y el blanco», con lo que quizá debería bastarme para sentirme un poco más feliz y un poco más orgulloso de ello. Como seguramente sentirían mis padres.
Quien inventó las banderas y los estandartes sabía perfectamente que había que llenarlos de pertenencia y de orgullo y honor al mismo tiempo. No hacerlo era la rendición, la paz, la no-guerra, el BLANCO. Dotarle de color era mostrar la referencia, el punto de mirada, y también algo por lo que ponerse en marcha. No importaba siquiera quién la llevaría, sino el hecho de que se deslizara al son del viento y se viera moverse para posiblemente alegría y actitud a quien estuviera mirándola en ese momento. Cuando en estos días, desde hace 96 años, y yo desde hace unos 47, veo mezclado el azul y blanco, es rememorar una parte de la historia, sentir el presente y soñar por un futuro quizá mejor, o no, pero desde luego que sí emocionante.
El 27 de mayo de 2017 será recordado siempre más allá del resultado. Siempre. Y si el Alavés es capaz de ganar al Goliat F.C.Barcelona lo será aún más. Pero donde la duda no va a tener sitio será en que una vez más, dos colores en armonía, el azul y el blanco, unidos varias veces, van a lograr emocionar a muchas personas, a muchas. El color escribe historias en la mente de las personas que serán difíciles de olvidar. El azul se cargará de más simbolismo aún, la uniformidad diferente, porque cada persona llevará SU azul y blanco, su manera de verlo y sentirlo, su capa de Superman para demostrar que las emociones se expresan en cómo sientas los colores. Tus colores. El azul y el blanco. El albiazul.