Cultura de marca hacia dentro y hacia fuera
No me atrevería a llamarla serendipia pero en estas últimas semanas, sea por el periodo de clases en Mondragon Unibertsitatea, sea por algunas reuniones de algunos proyectos o sea por algunas lecturas por la blogosfera, el caso es que la palabra cultura de marca me ha llegado más alto que en otras ocasiones. Quizá sea también por esa famosa frase de Albert Einstein de que «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo», la idea es que no es posible pensar en la imagen y en la marca de nuestros proyectos si lo hacemos mirándolo desde la óptica tradicional de la imagen, de la publicidad, de los medios de comunicación tradicionales. Necesitamos nuevos focos.
Estas diferentes clases en el Master de Marketing Digital, en el Master en Internacionalización de Organizaciones, han sido de nuevo un periodo de aprendizaje más, porque las reacciones y las preguntas de quienes asisten le hacen a uno darse cuenta de que hoy el foco va por otro lado. Los mensajes básicos que lanzo son bien sencillos:
- Sólo hay marca cuando alguien la interpreta
- Todo construye marca
- La marca se expresa más allá de la comunicación, también en sus productos y servicios, en el comportamiento interno y en sus entornos.
- Conoce cómo se toman las decisiones de compra y enfoca tu marca a ayudar a ir tomando esas decisiones con los soportes adecuados
Es un mensaje creo que unívoco y abierto al mismo tiempo porque cada sector tiene sus propias características pero en definitiva todo parte de un mismo principio: la PERSONA. Dani Seuba en su presencia en el master de marketing digital, volvió a incidir de nuevo en la importancia de la «definición de persona». Algo que después de tanto tiempo viene a cambiar muchos de los paradigmas que teníamos en comunicación y posiblemente algo adecuado al momento actual. Definir no una persona, sino LA persona que recoge el sentido de tu marca. A veces coincide con quien la adquiere o compra tu producto / servicio, pero no tiene por qué. En realidad es la que representa perfectamente tu personalidad, tus preferencias, tus usos de los medios pero sobre todo sus necesidades y expectativas. No es la primera vez que lo escribo por aquí: ¡adios a eso del público objetivo!.
Como personas que somos, tod=s además tenemos una serie de comportamientos en según qué momentos y según para qué. Contextos, territorios de marca,…nada nuevo. ¿O sí? Sigo sorprendiéndome con esa postura de que nuestra vida es totalmente única pero lo cierto es que dependiendo el qué, el dónde, con quién, para qué… podemos llegar a tener expectativas completamente diferentes. ¿Cuándo decides un restaurante para comer entre semana? ¿Cuándo debe comunicar relacionarse con esa persona? ¿A las 9.00h a.m. o a las 12.30h a.m.? Misma persona, misma necesidad… ¿misma expectativa?
Si subimos un nuevo escalón nos encontramos con las organizaciones, donde habitan personas, donde hablan los productos y sus servicios, donde se expresan de maneras diferentes, en el antes, durante y después del proceso de compra, donde una experiencia negativa en una llamada de teléfono, en una incidencia en la pasarela de pago o simplemente un detalle en el momento de entrega, puede modificar, cambiar o ampliar la percepción de la marca en cuestión. ¿Seguimos pensando por tanto en algo tan sumamente lineal y único?
El año pasado cité una estupenda frase (no mía, por supuesto) que decía eso de:
«cultura corporativa es eso que hacemos cuando no está el/la jefe»
O como explica Xabier Marcet en un reciente post en Sintetia,
Las culturas corporativas definen la forma de estar de las empresas en la sociedad y de las personas en una empresa.
Y Cultura de Marca es eso que tiene que ver con estos comportamientos que van más allá de la mera transacción y se sitúan en la RELACIÓN. Una de los conceptos más repetidos (e insistente) en estas horas de clase que me ha tocado, es que lo importante es construir puentes entre una propuesta de valor y una expectativa, construir vínculos entre esa persona y una marca. Cada uno de esos puentes son momentos de la verdad, más pequeños o más relevantes, pero en todo caso útiles y de valor. A veces en forma de información, a veces en forma de servicios extendidos, a veces en forma de push o en forma de pull. Respetando siempre los momentos de la persona en cuestión. Pero siempre siempre bajo el paraguas donde, como bien cita de nuevo Xabier Marcet «…el negocio gira alrededor del cliente y no al revés…».
Charlando (y comiendo) recientemente con Julen Iturbe, Lander Beloki, Mikel Mesonero en el encuentro de Carlos Magro en la facultad de Enpresagintza, hablábamos de eso que llamamos percepción pero sobre todo de cómo afectaba todo ello a cada pequeño detalle, a cada día, a cada producto y servicio que das. A cada experiencia vivida (y percibida) donde lo que hacemos es contrastar esta percepción en términos reales y tangibles. Cultura de marca es ser coherente pero sobre todo ser consistente con tus principios y valores que son los que determina el mercado. En la medida que estén alineados la experiencia vivida es total.
Me llevo para este presente y para el próximo futuro una profunda huella que trato de comentar en cada reunión, en cada proyecto: «tenemos que construir una profunda cultura interna para que después la puedan experimentar externamente nuestro mercado». Sólo así podremos construir estos vínculos y estas preferencias.
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La foto de inicio es de Flickr, de Christian Parreira