Preguntar

Publicado por Juanjo Brizuela en

No recuerdo bien la frase pero recomendaba algo así como que «nunca deberíamos perder la inocencia de l=s niñ=s que fuimos». Aquello –siento mi imprecisa inexactitud– se me quedó grabado, más aún en este oficio que co-protagonizo cada día. Y es que es la inocencia la que nos permite mirar con todos nuestros sentidos al presente y al futuro, a la realidad, a abrir los ojos a lo nuevo que está por venir y a examinar todos nuestros conocimientos por si acaso.

Lo bueno del «saber», además, es que le ponemos a prueba con más frecuencia de la que pensamos. Día a día nuestro saber sale a navegar en un mar que lo parece pero nunca es el mismo, y te exige precisamente «saber hacerlo» otro día más. Puede que la marea sea suave, que te lo ponga fácil; puede en cambio que la marea sea brava y tengas no que improvisar sino tomar decisiones o virar el timón de una manera que pocas veces o jamás hiciste. Ahí es donde descubres de verdad que el saber nunca es pasado sino presente y futuro inmediato.

Tengo cada vez más sensibilidad hacia ese sano ejercicio que es «preguntar«. Como seres humanos que somos, tenemos la buena costumbre de responder cuando se nos presenta una cuestión, y es donde encontramos ese aceptación hacia lo que sabemos o ese descubrimiento hacia lo que no. Este ejercicio, mejor dicho este comportamiento –debiera ser así– debería ser el inicio de esto que oímos frecuentemente sobre el sentimiento crítico, la reflexión y también el descubrimiento, algo que siempre enriquece, siempre. Del Saber.

Preguntar.

La gastronomía es uno de mis campos inspiradores para hacer/me preguntas. Dice Toni Segarra que probablemente sea el único sector en el que España es líder mundial. He visitado pocos países en mi vida –Juanjo, espabila– pero diría que el poder de atracción que tiene nuestro país así lo corrobora. La gastronomía, su entorno y ecosistema, irradia en muchos sentidos una manera de ver la realidad, la expectativa, los recursos, las personas, las ideas y las experiencias, que nos hace replantearnos siempre lo que hacemos cada día. Hay que aceptar hacer croquetas todos los días, o tortillas, o cambiar el menú cada semana porque la materia prima, los ingredientes, están en su punto justo, y hay que aprovecharlo. El sentido del placer lo eleva más aún porque la gastronomía ha pasado a ser una expresión de nuestra personalidad, y todavía una necesidad aún básica para muchas personas, a lo que hay responder sí o sí.

En «Madrid fusión«, uno de esos eventazos que la gastronomía ha impulsado –quizá más de la cuenta–, surgió de nuevo Andoni Aduriz con una ponencia de esas que no te deja indiferente: «¿Mugaritz?» era su título, una pregunta precisamente. Lo que nadie supo antes es que esa pregunta encerraba con ella otras ochenta y seis, enfundado en una camiseta que apuntaba la respuesta a cada una de ellas: «No sé».

Uno revisa esas preguntas –aquí tienes el link por si quieres hacer el ejercicio– y resuenan con fuerza todas ellas, una tras otra, como un martillo en busca de ese punto preciso que se afana encontrar:

  • ¿Queréis escuchar las certezas de un ponente?
  • ¿O las dudas con las que convive un oponente?
  • ¿Existe una cocina de vanguardia?
  • La cocina de toda la vida, ¿cuándo empieza a ser de toda la vida?
  • ¿Cómo que no? ¿No tienes Thermomix?
  • ¿Cuánto vale ganar una estrella?
  • ¿Cuánto cuesta perder una estrella?
  • ¿Quién juzga el nivel gastronómico de los influencers que juzgan restaurantes?
  • ¿Por qué nos empeñamos en entenderlo todo?
  • ¿Es lo mismo creatividad que originalidad?
  • ¿Por qué la excelencia me exige repetir y repetir?
  • ¿Podemos cambiar las cosas si hacemos siempre lo mismo?
  • ¿Prefieres buscar o encontrar?
  • ¿Por qué está tan mal visto dudar?
  • (… y así hasta 86, yo he seleccionado unas pocas…)

Haz una cosa:

Piensa ahora en tu empresa, en tu organización, piensa en tu equipo, en cómo te diriges a él o en qué te gustaría que funcionara mejor.

Léelas de nuevo.

Piensa ahora en tu marca. Cambia «cocina» y restaurante por «marca». Responde a cada pregunta. No tengas prisa, házlo.

«Diálogos de cocina» es otro de esos eventos de «lo gastronómico» que cualquier persona de nuestro oficio –crear, desarrollar y activar marcas– o cualquier persona con un mero sentido creativo, crítico y reflexivo, debería acudir. Inspirador 100%. Su propuesta va de encontrar una palabra–eje y sobre ella que diferentes personas de diferentes ámbitos hablan sobre ella, en un contexto repleto de personas que forman parte de ese mundo de la gastronomía.

Esta vez hablaron de miedo. Y reflexionan sobre muchas de esas miradas que a cada una y uno de nosotros nos afecta esa palabra, y cómo la afrontamos, y cómo nos enfrentamos a ella.

Otra vez, pregunta. Aunque parezca que es una expresión sin más, en realidad encierra una pregunta que busca respuesta.

Afronto los proyectos lleno de preguntas, de preguntas que no son las típicas de cuestionario (con todo el respeto al mundo de la investigación, por supuesto), de preguntas que parten de la inocencia de quien llega por vez primera a un lugar y quiere ir sabiendo cosas sobre el mismo. De preguntas simples pero que seguro con 5 años te las haría. Me aterra por ejemplo que a mis hij=s les pregunten «¿a qué se dedica tu padre?» y les cueste responder. Vaya pregunta tan simple. Preguntas así. Preguntas que comienzan por un «¿Y por qué…?», que le siguen después con otro porqué, y otro más. «¿Te puedo hacer una pregunta?» sería otra excepcional cuestión.

Este espíritu de la pregunta enriquece nuestro trabajo, nos enriquece como personas que somos. Compartimos una realidad con diferentes puntos de vista que siempre viene bien contrastar y revisar. Nada es lo que parece y en muchas ocasiones lo que se ve puede que no sea la realidad que encierra en profundidad. Y necesitamos bucear para conocer más y necesitamos bucear para valorar lo que sucede en la superficie..

Preguntar. Preguntad.


[ La foto es de Unsplash – Bruno Guerrero ]

[ Benjamín Prado ]

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