Esperar

Publicado por Juanjo Brizuela en

Es un esfuerzo recomendable este el de escribir posts, o misivas semanales, que giren en torno a una única palabra, verbo a poder ser, que genere acción. A veces empiezo por ella, otras tengo que leer y releer de nuevo como para reconocer si he sido yo quien le ha dado vida a la pluma, al lápiz mejor dicho, para encontrarla. Quienes saben de SEO, esa casi-ciencia perversa del posicionamiento de las palabras en internet para que te encuentren, nunca te lo recomendarían: una frase con las palabras clave, Juanjo. Pero ahí ando yo saltándome a la torera las normas digitales. Y lo bien que me encuentro, dicho sea de paso.

Decidí también que no cerraría un año sino que abriría el siguiente, esto ya lo comenté el año pasado. Me gusta más abrir que cerrar, quizá por eso también sufra más de la cuenta en algunos proyectos que más les convendría ser cerrados antes de tiempo y no dejar de abrir melones, interesantes todos porque son bien atractivos. Así que en este abrir del 2025, y de reojo al 2024, y la palabra que mejor me encaja es Esperar.

Escribí en ese cuaderno mío semanal de lo profesional con tintes personales que esperar es un verbo, una acción que lleva a conectarme a muchas ideas, todas relacionadas además con el tiempo, con todo lo positivo y negativo que implica. No me asusta que sea así. La espera es un universo que se crea, que tiene un espacio que se debe rellenar en un momento concreto, sin descubrir cuál es. La espera es un espacio en el tiempo y abre tanto nuestra mente que al final se unen muchos de nuestros deseos y emociones que tienden a encontrarse ahí.

¡Espera! es una orden, un punto de incertidumbre, un segundo extendido en el tiempo que enciende tus sentidos en todas las direcciones con los brazos abiertos para recibir algo, no se sabe de dónde. Por eso la hace tan atractiva. Espera además siempre exige al menos a dos personas, porque conecta a ambas para acabar fundiéndose como el queso del sandwich. No es algo individual, siempre implica a otra persona.

Esperar es «algo» que deberían incorporar nuestros proyectos en su día a día para hacer de un pequeño lapso de tiempo, algo con un deseado valor. Esperar es reflexión, es ocupar ese tiempo de otra valía, es darse una nueva oportunidad y es sobre todo alinear en un mismo punto todo lo que crees necesario que se debe hacer. En muchos proyectos esperar debería ser una fase del proceso, eso de «no tocar» por un tiempo, para recuperarlo poco después y ver si realmente adquiere todo el sentido que la intención puso en su momento. Si sigue funcionando, va bien. Si hay mejoras es algo que generas de más con el valor que supone. Si no funciona lógicamente es que algo no llegó en su estado ideal.

Sé que pensarás que esperar tiene su lado negativo. Lo sé. Sobre todo si eres impaciente, que lo quieres todo para ya. Quizá el problema no sea solo del resto sino de ti mismo. ¿En verdad molesta? No digo que no haya situaciones que requieran la velocidad adecuada y el cumplimiento de un plazo concreto. Digo que esperar tiene que incorporarse como parte de ese proceso donde hay una fase en la que, como las masas madre, como los buenos guisos, hay que dejar que por sí solo se vaya asentando.

Digo que incorporo esperar a este 2025 porque en un mundo a empujones como el que vivimos, corremos el riesgo de perder ese espacio/tiempo que nos da una pausa de reflexión, una mirada con más perspectiva y la búsqueda de otro punto de vista que necesitamos para fijar algo con mayor sentido. Esta profusión veloz que es la vida actual necesita de actitudes que nos lleven a considerar el tiempo como un factor no a retorcerlo y obligarlo sino como un aliado más de nuestro día a día. Todo para ya no es posible porque en ese ya hay demasiados impulsos, que muchas veces no nos llevan precisamente a donde queremos llegar.

Veo marcas con mucha prisa, con demasiada, con retos que no lo son aunque lo crean, y con necesidades innecesarias –permítame este juego de palabras– simplemente porque sí, sin saber qué, ni cómo ni nada por el estilo. Marcas que no tienen asentada su propuesta de valor, marcas que no dejan el poso requerido para dar los siguientes pasos para generar relaciones de verdad, marcas obsesionadas con cada minuto sin mirar internamente a quienes la hacen de verdad, quienes la ejecutan y quienes la convierten precisamente en eso: en marcas.

Quizá por esto escriba más a mano que sobre el teclado cuando necesito reflejar estas ideas. Este post estaba escrito en el cuaderno, no completamente, para fijar las ideas iniciales. El ritmo de los dedos contagia en demasiadas ocasiones, la mina del lápiz te obliga a no tener que usar la goma de borrar, como la tinta de la pluma te exige a ser muy pulcro en tu manera de escribir. Para hacer primero hay que pensar. Y para pensar hay que tener espera.

Espero, valga la expresión, que la espera forme parte de este 2025. Sé que habrá momentos que necesitaremos ser más veloces, pero cuando el momento de la verdad se nos presente ante nosotros, estaremos más seguros de las decisiones que tomemos. Espero que me esperes.

Otro año más, gracias por estar aquí y «ahí».

Gracias por cada segundo que pasáis entre estas líneas del blog. 

Gracias por ESPERAR. Hacerlo (bien) nos hace ser un poco mejores. Sed felices.

¡FELIZ 2025!


[ La foto es de Flickr – Frank van Dongen – 2013 ]


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