Reescribir

Publicado por Juanjo Brizuela en

Creo que recordarás aquel papel de calco sobre el que escribíamos cuando queríamos dejar una copia más de nuestra vida. Una hoja en blanco, otra el calco con ese fondo negro, y la que recogía lo escrito, que dejaba en esa hoja de debajo un leve y extenso rastro, como paisaje de lo escrito en la original. Siento que las vacaciones de verano son un papel de calco. Abre un tiempo donde repasamos lo realizado, lo pensado, lo ideado con anterioridad; permite que apuntemos en firme una nueva ocasión sobre lo que queremos que deje un rastro más adelante. Reescribir después de estos días es tomar ese papel calcado y pasarlo a limpio, bien sea sobre el pasado, sobre lo que sucede ahora o bien lo que soñamos con que sea. Reescribir nos ayuda además a matizar aquello que el paso de los días y las experiencias vividas nos ayudan a mejorar un poco cada día. Así que reescribo después de algunos recuerdos de estos días, cosas que apunté y detalles que me hicieron pensar.


Olimpiadas: La ciudad de Los Ángeles tiene un arduo trabajo para tratar de superar el nivel de Paris 2024. No hablo de los Juegos Olímpicos en sí sino en la preparación de las Olimpiadas. He escrito en este blog sobre este momento años atrás: las ceremonias de inauguración y clausura, las presentaciones de candidaturas, me siguen pareciendo uno de los mayores cénit de la creatividad de una marca, una de sus más altas expresiones posible: todo el mundo está pendiente frente a las pantallas de todo lo que pase. Es una oportunidad única que no se da en otros sectores. Es uno de los momentos de mayor simbolismo de una ciudad, un ejercicio de bienvenida-anfitrión-promesa tal, que recoge el pasado y el futuro de lo que allí acontezca. París, para mí, y dentro de la dificultad de hacerlo con la imprevisible inclemencia del tiempo, mostró su grandeza, su historia adaptada a la modernidad, su narrativa de lo clásico y lo contemporáneo que quieren trasladar al mundo, su espectacular patrimonio de la ciudad para acoger en ella deportes que querían ubicarlos en escenarios diferentes frente a las pasadas sedes. Lo lograron.

Obvio la valoración de los resultados de medallas, hay grandes personas y profesionales que ya han hablado de ello. De los resultados me quedo con esta reflexión de Martí Perarnau:

Permitidme recomendaros unos tweets respecto a París 2024, que quiero compartir también y que se queden aquí grabados ojalá que para siempre. Reflexiones más que interesantes, miradas que nos harán ver los próximos pasos de otra manera:

Quizá necesite otro post más adelante sobre este asunto. Solo apunto un par de ideas más:

  1. Para un/a deportista, no hay mayor éxito que acudir a una cita así. El esfuerzo es tan bestial que describir qué es éxito o fracaso se nos queda en una pregunta banal ante semejante reto.
  2. Para las marcas, y la ciudad en cuestión, esta carga simbólica, y real, de los Juegos Olímpicos resulta uno de los mayores esfuerzos que existe. Debería hacernos reflexionar sobre ello, sobre nuestras marcas, para reconocer esas oportunidades que se nos presentan y que hay que saber exprimirlas con mucho mimo y detalle. Es reconocer al máximo el valor de la palabra oportunidad.
Por favor, ved todos los videos diarios de Carlos del Amor (RTVE) sobre París, las Olimpiadas y la vida.

Au revoir París 2024. Dejas legado (para mí). A ver qué queda en ese calco para Los Angeles 2028.


Turismo: ¿Sabemos ser turistas? Me temo que no. Es bien sencillo. Pueblos, villas, ciudades, territorios, países,…, hacen un esfuerzo inmenso para atraer a personas de cualquier procedencia para que visiten –consuman– cada lugar. Es uno de los sectores que mayor riqueza genera pero también tiene en su debe algo que se evidencia con frecuencia: se ha vuelto incontrolable para l=s anfitriones y para l=s turistas, como tú y yo.

Lugares abarrotados –conste que soy/somos también parte de esa masa–, ritmos que te llevan sin el tiempo requerido, despersonificación, todo es «consumible», todo es «tangible». Las experiencias quedan recubiertas de un desenfreno que llegado el caso resulta complicado demorar su ritmo. Ciudades que se jactaron en su momento de apostar por el turismo, ahora se enfrentan a estas locas consecuencias de aquellas decisiones. Resulta paradójico: el turismo se ha convertido en un espectáculo que llegas por aborrecer. La lista de cosas por ver y la decepción por aquello que no dio tiempo, o que te fue imposible por cualquier motivo. Las fotos que sacas/sacan y que nunca sabes si volverán a ser vistas. Los recuerdos se minimizan. Se ha creado un monstruo, y el monstruo acaba ganando como en las películas y decide después si ha sido o no un éxito el verano en cada ciudad…y en cada persona.

Hay que darle una buena pensada a esto. Quien toma decisiones públicas a sabiendas de las repercusiones que tiene que tu ciudad no acabe siendo aquello que pensaron, y que los recuerdos se llenen de ceros en las puntuaciones de las aplicaciones y en las conversaciones. A reconocer


Conectar: en realidad lo que el verano nos mueve es a tener otras rutinas, otros tiempos que no tenemos durante el curso laboral/escolar. Como tales, hay también que construirlas: las horas de levantarse y acostarse, de alimentarse, el ejercicio sea cual fuere, los momentos de soledad, la necesidad de los encuentros –familia, amig=s–, estimular los hobbys de cada cual, lectura, música, hacer con las manos, …no-hacer.

Pensaba que la clave para nuestro día es identificar cómo podemos introducir estas «otras rutinas» de otros tiempos en las rutinas del día a día que comienza ya en días. Quizá tenga que ver con cómo quiere cada quien organizar su vida o bien cómo quiere cada quien que sea recordada su vida. Estas rutinas de otro tiempo son las que deben ayudarnos a construir un día a día más llevadero, más positivo y un poquito mejor. A esto le llamo conectar.

Leí –y escribir que son mis otras rutinas de conexión– hace unos días una frase que me llegó bastante:

“approach life with curiosity not conviction.”

 Lakshmi Mani

Curiosidad es quizá la palabra que nos «falte» en nuestro día a día. Son esas conexiones las que nos hacen abrir nuevas puertas, las que nos matizan aquellas creencias que nos hacen ser demasiado cómod=s, y son esas que nos hacen acercarnos a personas, que en el fondo es lo que da sentido a nuestro día a día. Curiosidad y conectar son palabras que se ayudan. Si tu rutina del verano te abrió una puerta a la curiosidad probablemente recuerdes mejor este verano por lo que te puede traer en el futuro.

Quisiera pensarlo en las marcas también. Creo que funcionaría que a nuestras marcas las obligásemos a ser más curiosas y no únicamente ceñirnos a nuestras creencias. Que sí, que son importantes, pero lo es más tener la habilidad para reconocer y saber aceptarse y adaptarse a otras situaciones. Hay es donde radica la vida: en reescribir una vez tras otra para volver a conectar.


[ La foto de inicio es de Lilou Vaquero ]


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