Verano, Twitter y la responsabilidad
A Lucía y Martín les digo a menudo que lo que tienen que tener en cuenta es que la decisión final de darle al OK, al ENTER, al ENVIAR, al PUBLICAR es siempre suya. Siempre. Que el poder se ejerce no porque tengas la herramienta sino por saber cuándo, por qué y para qué ejercerlo. No hay mayor ni mejor lección de responsabilidad que puedan tener, creo, hablando del uso de los social media, como posiblemente de cualquier otra «herramienta» en su vida. Como un cuchillo, como las llaves de tu casa, como decir «te quiero» y «no te quiero», el problema no es la herramienta sino el ejercicio responsable de su uso. Y aprender de dicho uso, que es lo más complicado. Aprender el por qué de lo que has hecho hace que siempre le des sentido a la herramienta, la acabas por definir y acabas por descubrirte a ti mismo en ese momento. Y todo eso va quedando grabado y aprendido en tu memoria.
Las aristas de este verano 2017 han sido variadas, todas ellas conectadas entre sí, como siempre, buscando cómplices en cada día que pasaba. Paseos, playa, gastronomía, silencio, pantalones cortos, conversaciones en alto y en la oscuridad de la noche, kilómetros de asfalto sobre ruedas, lecturas, muchas lecturas. Como siempre que se conectan ideas aunque no lo quieras, las cosas que pasan son píldoras de inspiración para lo que viene por hacer. Lo que hace que la realidad sea tal y como es, es lo que contamos de ella en muchas ocasiones. Quizá por eso este verano 2017 para mí tiene, especialmente, dos nombres: Barcelona y Manuel Bartual. Y una «aguja» que hizo el trabajo de unirlos: Twitter.
Si Facebook quería unir amistades cercanas y olvidadas y mostrar por esa ventana facetas de nuestra vida personal y profesional, Twitter se convirtió en esa manera rápida y corta de relatar lo más inmediato, el «aquí y ahora». Más de una decena de años después, de evoluciones, pruebas, extensiones y otras nuevas aplicaciones que han surgido a su alrededor, nuestra vida digital se asienta sobre estas herramientas y alguna más también. Twitter se ha llenado de perfiles, de usos variados, de fakes, de rumores, conexiones entre personas de interés, inmediatez, información disfrazada de opinión e incluso de titulares tremendistas (clickbait) que te «cazan» de inmediato. Entre altibajos constantes de si funciona, si ganan dinero (que la verdad no sé por qué preocupa tanto), etc; en este mes Twitter ha tomado un cariz no que se desconociera sino que, al menos a mí, redescubriera su realidad y su potencial.
El espantoso atentado en Barcelona mostró la cara más ruin y la cara más extraordinaria de Twitter. En realidad mostró qué uso y quién hacia ese uso de manera responsable y aportando valor, que es al final lo que sitúa a las herramientas en el lugar que le corresponde. Hubo personas que «relataban» y mostraban el «horror» en pleno instante, quizá olvidándose que ahí no estaba la prioridad sino más bien en la «humanidad» del momento. Hubo medios de comunicación que usaron la herramienta con el mero objetivo de la inmediatez, sin importar el contraste, ni la veracidad de lo que ahí narraban. Hubo otros medios de comunicación que hicieron de su profesión y de su oficio un verdadero valor en el uso de la herramienta. Guardando el debido respeto y el oportuno silencio hasta no encontrar la veracidad de la información frente al tic nervioso del «enter» por publicar. Hubo una actuación extraordinaria por cuentas oficiales, como los MOSSOS, que dieron una verdadera exhibición en su servicio público, en su por qué y en su para qué. Extraordinario.
Un cop més ens heu ajudat, GRÀCIES!
Nos habéis ayudado una vez más, GRACIAS!
You have helped us again, THANKS!#NoTincPor pic.twitter.com/tnBc1qG6Kq— Mossos (@mossos) 26 de agosto de 2017
Lo cierto es que todo esto me ha hecho qué pensar a la hora de plantear qué podemos y qué no debemos hacer en Twitter. Una vez más la herramienta está al «servicio de», recuperando así el verdadero sentido de lo que hay que hacer: tener claro el propósito y nuestra propuesta de valor como proyecto, para después saber qué herramienta es la más eficaz para llegar a la gente que quiere seguirnos.
No conocía a Manuel Bartual. Como probablemente a mucha gente que escribe de perlas, que dibuja, diseña, canta, etc. Twitter te permite conocer talento a raudales exactamente igual que conocer y reconocer justamente lo contrario; aquí es fácil: no seguir.
Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras. pic.twitter.com/6gd7Rqs6bL
— Manuel Bartual (@ManuelBartual) 21 de agosto de 2017
136 caracteres bastaron y una sucesión de tuits para que gente siguiera el hilo para ver qué sucedía. Para que gente le dijera a más gente que «algo estaba pasando en Twitter con un tipo», que estaba contando algo que le estaba ocurriendo.
Twitter surgió de la manera de los «haikus«, versos sin rima y breves. La «gente» hemos ido a veces soltando perlas breves en forma de reflexiones, compartir textos, egunones-matutinos, actualidad, comentarios y eso ha hecho que la herramienta haya servido como válvula de escape para aquello que se te ocurra. Twitter además te permite que interactúes de manera directa con personas perfiles con quien compartes algún tipo de interés, para conversar. Quizá ésta sea la palabra más interesante que la herramienta ha puesto en valor: CONVERSAR.
Pero lo que Manuel Bartual ha conseguido es no sólo contar lo que sucede valiéndose de las limitaciones-oportunidades que una herramienta que te permite colocar 140 caracteres máximo, sino sobre todo que de la sucesión narrativa, hacer de ello un relato donde intriga, emoción, etc… se unen a la propia narración, haciendo que muchas personas sigan el hilo de manera directa, inmediata e incluso aportando al mismo. Le han llamado Twitternovela, lo han calificado como innovador y como meramente un mero WOW… Como siempre da para opinar, afortunadamente. Pero lo que sí ha conseguido es poner en alza una herramienta, para mí, en todo su esplendor. Ya no sólo la capacidad del emisor en construir su mensaje, en darle continuidad y en decidir finalizar el mismo, sino sobre todo lo que ha conseguido a su alrededor. Omito los valores facilones de «seguidores» y retuits y me gustas, que una visión más simple de la herramienta nos aporta, sino sobre todo, que de cada relato haya logrado una interacción extraordinaria de personas, marcas que se suman al mismo, de versiones del mismo, etc. Creo que esta versión en directo de texto, fotos y videos ha superado incluso a las versiones de Periscope, a facebook Live,…, ha conseguido que la herramienta haga que quieras estar pendiente de lo que «puede pasar», logrando para mí un efecto que quizá ni contemplamos en su momento. Hemos pasado por fin por encima del «¿te lo vas a perder?» a lograr que la viralidad en la propia herramienta y en la calle haya sido especialmente importante.
¿Lecciones a partir de ahora?
- Para mí la más importante que sepamos diferenciar entre una herramienta como tal y un propósito. Que cuando los unes pueden producir un efecto muy potente, en ambas direcciones: positivo o muy negativo, pero que no afecta realmente a la herramienta en sí sino a tu propia identidad.
- Que antes de actuar hay que saber muy bien qué, para qué, por qué y cómo.
- Que hay que saber poner fin a muchas historias y muchos relatos.
- Y que seamos definitivamente responsables del uso que hacemos de las herramientas, más que «presumir» de utilizarlas per se. Que no son un fin en sí mismo sino un medio.
Sólo así, creo, seguiremos construyendo personalidades responsables, que buena falta nos hace en este mundo actual.
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La foto de inicio es de Flickr, de Brooke Novak